jueves, 20 de febrero de 2014

La Abadía Notre-Dame Saint-Remy de Rochefort

Este verano 2013, visite con mi familia la Abadía Notre-Dame Saint-Remy de Rochefort.
A 72 km de Lieja se sitúa el municipio de Rochefort (5.000 habitantes) en la provincia y la diócesis de Namur. Esta villa es el centro geográfico de una pequeña región natural que lleva el nombre de Famenne.

La abadía Notre-Dame de Saint-Remy echó raíces a dos kilómetros a vuelo de pájaro del centro de la ciudad de Rochefort, al pie de una colina estirada. Se acurrucó allí, en una escotadura de la ladera, al borde de un pequeño arroyo nombrado Biran .La colina abundantemente es enmaderada y rebosa riquezas: una flora excepcional y una carrera de mármol celebra que notificaban los religiosos del Antiguo Régimen.
Extraían de eso minerales tan diversos, principalmente el plomo y el hierro. Hasta contamos que habíamos esperado encontrar allí oro. La esperanza no era completamente imaginaria ya que, a fuerza de cavar la colina, Tridaine brota de eso; a decir sobre conocedores, es su agua que da un sabor único a la cerveza " Trappistes Rochefort ". El oro era pues muy allí, bajo una forma en espera de la alquimia monástica.

Tradicionalmente, los monjes cistercienses, sobre todo los Trapenses, tienen en gran estima el trabajo manual, en particular el cultivo de la tierra. Las mudanzas económicas de nuestro tiempo orientaron el trabajo monástico en otras direcciones. La abadía de Rochefort abandonó la agricultura en 1960. En lo sucesivo, toda la economía del monasterio es centrada sobre una pequeña cervecería. Desde la Edad Media, los países del norte de Europa preparaban una bebida a base de cereales: la cerveza. Así es como se podía encontrar cervecerías en la inmensa mayoría de los monasterios.

Las materias primas esenciales que entran en la producción de la cerveza son el agua, la malta de cebada, el azúcar, el lúpulo y la levadura.


El agua, la materia prima extremadamente importante en cantidad y en calidad, directamente proviene de la fuente de Tridaine. Esta fuente es alimentada por la capa freática situada cerca de la abadía. Algún tratamiento químico, físico u otro es aplicado sobre esta agua naturalmente pura


En cuanto a la levadura, preciosamente es guardada y conservada a la abadía. Es a ella quien va a permitir la transformación de los azúcares en alcohol. Esta levadura, habiendo trasladado en el curso del tiempo, se volvió única y propia de la cervecería que posee así su cepa particular.

La trituración es la primera etapa en el proceso de elaboración de la cerveza. Consiste en moler la malta con el fin de dividir el grano, liberando así el almidón que contiene. La harina obtenida está lista para el empleo.


Viene luego la mezcla cuyo fin es mezclar las materias primas al agua luego transformarlos en azúcares simples. Agua calentada a 50°C es mezclada, en la cuba de cobre, a la harina de malta. En el curso del proceso, diferente descansillos de temperatura serán respetados.

Al cabo de algunas horas de esta mezcla, cerca del 90 % de la mezcla, el mosto, es hecho por fin comestible para la levadura. Este mosto luego es transvasé en otra cuba con el fin de ser filtrado allí, ser quitado allí para dividir los granos de malta. Luego, todavía caliente, es vertido en la cuba de ebullición.

Una subida lenta en temperatura llevará todo el volumen a 100°C. Es en este momento el lúpulo es añadido. Su papel es aportar los aromas y la amargura a la cerveza. Para acabar, el añadido de azúcares, en curso de ebullición, aumentará la densidad del mosto. De éste dependerá el contenido en alcohol.


Vienen luego, la clarificación del mosto por centrifugación luego una fermentación de una semana durante la cual las levaduras transforman en aromas los aminoácidos del mosto así como las sustancias aportadas por el lúpulo.

En lo sucesivo el producto de todas estas operaciones puede llamarse cerveza. Permanecerá durante varios días en grandes cubas para esperar allí el trasiego. Es en una sala de lo más perfecto y siempre adaptado a las últimas tecnologías que se efectúa la embotellada. Una tecnología al servicio de la eficacia pero también, y sobre todo, de la calidad del producto y de su trazabilidad.

El principio de las cervezas trapenses es que las cervezas son fabricadas en el mismo seno de la abadía. La vida de los monjes es compartida entre la oración, la lectura y el trabajo. Así, los monjes fabrican cerveza, queso, productos a base de carne, a base de pan y hasta frutas y verduras. Gracias a este trabajo, los monjes garantizan su subsistencia. También deben dedicar sus beneficios a obras a carácter social.

Las cervezas trapenses generalmente tienen un contenido fuerte en alcohol (de 6 a 12 °), son rubias o morenas, refermentées en botellas, según el gusto dulce y amargo ligeramente torrefacto

Rochefort 6° 


Cerveza con denominación de origen Trapense, 7,5% de alcohol, de alta fermentación y con segunda fermentación en botella.


De color rojizo y tonos ámbar, de cuerpo suave, presenta sabores terrosos y herbales. Fuerte aroma a malta, ligeramente amarga. De final delicadamente sutil con presencia de especias y caramelo. Su sabor fino hace de ella una delicia para el paladar.

En su elaboración se utilizan dos lúpulos distintos, procedentes de Alemania y Eslovenia, lo que le confiere ese sabor tan especial.

La única, antes del 1958, en ser condicionada en botella de 1/3 l y en ¾ de litro a la vez. Es la menos elaborada de la gama, aproximadamente un 5% de la producción total, aunque en los últimos años ha ganado adeptos
.


 Rochefort 8° 


Cerveza con denominación de origen Trapense, 9,2% de alcohol, de alta fermentación y con segunda fermentación en botella.

La Trappistes Rochefort 8 es de color oscuro, salvaje y con un paladar pronunciado tirando a afrutado con un final seco.

Elaborada a base de dos maltas, azúcar candeal y dos tipos de lúpulo, que se añaden dos veces durante su elaboración, le confiere un cuerpo, con su segunda fermentación, que da una sensación que no tiene descripción.

Es una cerveza ideal para consumirla como aperitivo, aunque acompaña bien a quesos curados.


Rochefort 10°

Cerveza con denominación de origen Trapense, 11,3% de alcohol, de alta fermentación y con segunda fermentación en botella.

La Rochefort 10 presenta un color marrón oscuro profundo. Espuma densa y duradera. Su gran fuerza y su cuerpo rotundo se equilibran con una complejidad de sabores especiados y terrosos, con notas a castañas y chocolate amargo y reminiscencias a vino de Oporto, cuero, albaricoques y roble - una bebida muy interesante.

Combina muy bien con platos de caza que contengan trufas, o carnes con salsas de reducción muy intensas. Muy apta como cerveza para postre ya que acompaña perfectamente a los chocolates belgas más oscuros.


Después de esta visita tan agradable, nos tomamos una Rochefort 6 y una Rochefort 8 acompañado de un pequeño pincho, muy buena las cervezas y el queso elaborado por los monjes.








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